Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

lunes, 25 de enero de 2016

Puertas



Hacía ya mucho tiempo que la mujer vivía en esa casa. Amaba ese lugar, se sentía cómoda y por sobre todas las cosas, a salvo y contenida. La casa tenía más de una puerta, pero la mujer entraba y salía siempre por la misma. Ya se había acostumbrado, incluso a veces la dejaba abierta. Le gustaba, además, la vista que ofrecía. Sentada en la comodidad de su sala, miraba siempre la hermosa vista que le ofrecía esa puerta abierta. Era siempre la misma, pero a la mujer no le importaba, era bella y con eso ya era suficiente. Vivió tranquila y cómoda durante mucho tiempo. Un día se desató una gran tormenta, de esas que marcan un antes y un después. Todo parecía estar a punto de desaparecer. El viento impiadoso no perdonaba nada a su paso. La lluvia parecía un castigo, todo era confusión y temor. La mujer se desesperó, se había acabado la calma ¿Estaría a punto de perderlo todo? La tormenta la obligó a moverse de lugar, a girar sin sentido, a no saber dónde acomodarse en su propia casa. La última ráfaga de viento cerró la única puerta que la mujer usaba y ella creyó que todo había terminado. Sin fuerzas, temerosa y confusa comenzó a mirar el panorama que había dejado la tormenta: desorden y confusión, cosas que se habían roto, algunas se podrían reparar, otras no. Cuando la mujer tomó real conciencia que la puerta, su puerta, se había cerrado, entró en pánico. ¿Qué sería de ella? ¿Quedaría para siempre dentro de su casa? ¿Y si las otras puertas no se abrían? ¿Y si se abrían y lo que se veía desde allí no le gustaba? Del pánico pasó a la parálisis. Se quedó inmóvil mirando la puerta cerrada y con ella las oportunidades que –supuestamente- habría perdido su vida. Estuvo mucho tiempo así, quieta en medio del desorden, aturdida, desorientada, confusa y con miedo, mucho miedo. Un día, cuando el hambre apremiaba y el aire comenzaba a faltar, la mujer decidió –con ciertas dudas-abrir otra puerta. Estaba aterrorizada, pero no tenía opción. Tenía dos alternativas: abrir una nueva puerta o dejarse morir. Con la mano temblorosa tomó el picaporte y lo movió, tuvo que hacer fuerza para abrir esa puerta, lo hizo lentamente y lentamente también la luz comenzó a entrar en la sala. Cerró los ojos y se quedó en el umbral y así pasó un tiempo, como acomodándose al aire libre nuevamente. Se quedó allí parada, en el límite entre lo que había sido su anterior comodidad y el nuevo desafío que tras la puerta se encontraba. Despacito abrió los ojos, para su sorpresa también fue bello el paisaje que encontró. Se quedó un rato largo mirando y poco a poco comenzó a moverse. Dio un paso, luego otro, trastabilló, tambaleó y se cayó algunas veces, pero siguió avanzando. Si quería vivir, tenía que recorrer ese nuevo paisaje que la nueva puerta abierta le ofrecía, por difícil que resultase. Con el tiempo, la mujer descubrió-no sin sorpresa- que el paisaje que ofrecía la otra puerta que había abierto era aún más bello que el anterior. Tuvo que reordenar su sala, su hogar y su vida entera. Seguramente nada volvería a ser igual que antes de la tormenta, pero no por eso tenía que ser peor. Poco a poco se sintió bien con su nueva realidad. La puerta que siempre había usado había quedado trabada y la mujer creía que jamás podría volver a abrirse. No se desesperó. Aprendió que no era bueno aferrarse a una sola salida, a una sola puerta que mire hacia la vida. Entendió que la comodidad no era todo y que acostumbrarse a ella podía llegar a ser peligroso. Desde ese momento, entreabrió todas y cada una de las puertas de la casa y sintió una paz jamás había sentido. Siempre habría una salida para ella y un nuevo y bello paisaje esperándola.
 Por Liana Castello

sábado, 23 de enero de 2016

Los libros

          

Carlos Ruiz Zafón en "La Sombra del Viento " escribe:
Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece.

viernes, 15 de enero de 2016

Yo misma



“Según me voy haciendo mayor cada vez me

importa menos lo que dice la gente, ahora solo 

observo lo que hacen.” 

(Andrew Carnegie)


Obra del pintor Israelí Yigal Ozeri.(Hiperrealismo)

lunes, 11 de enero de 2016

Donde el corazón te lleve


                

Recomiendo este libro. 

 DONDE EL CORAZÓN TE LLEVE. Susana Tamaro.

Cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular la savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo, sólo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y de frutos. Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad que respiraste el día que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aun. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve. "

El peso del alma



¡Me encanta!

sábado, 9 de enero de 2016

La magia de los Reyes Magos.

          

De cuando la distancia hace que la noche de Reyes sea menos mágica.
Este día de Reyes, marcada por la distancia de los niños (ya no tan niños), ha sido un poco menos mágica. He echado de menos la carta a los Magos de Oriente pidiéndoles la paz del mundo, la corona de princesas, la varita mágica para pintar sonrisas en los rostros tristes y también una lista prudente de deseos materiales que esperan a estas fechas para que los Reyes los traigan. Cartas colgadas con imanes del frigorífico desde principios de Navidad para que todos supiéramos nuestros deseos y no hubiera duda.
El día de Reyes como críos nos levantábamos temprano para comenzar a abrir los regalos. No teníamos costumbre de poner comida a los Magos, ellos sabían donde estaba el frigorífico, pero si nos dejaban siempre una carta explicando porqué y para qué nos dejaban esos regalos y porque otros no podía ser, una carta llena de cariño y encanto.
Este año no ha podido ser todo eso ya que los niños están en otros países porque el destino los ha llevado allí. Ha habido regalos de Reyes aunque en la distancia, pero nos ha faltado la carta, abrir los regalos todos juntos, leer la carta de Sus Majestades..., nos ha faltado estar todos juntos.
No es tristeza, es añoranza lo que me ha llevado a escribir esto. La magia de esta celebración mágica porque todos juntos hacíamos que así fuera.
En fin seguro que otro año podrá ser.

domingo, 3 de enero de 2016